Ayer me llegó
desde Valencia el libro Diálogos Lynch. Diseñado
y editado por la Editorial FIRE DRILL, recoge el segundo proyecto de carpetas
de dibujos originales que la editorial, en colaboración con encapsulados, puso en marcha con la que
dedicaron al Walden de Thoreau en
2014.
En la web de FIRE
DRILL teneis toda la información sobre la carpeta Lynch
Siempre que mis
amigos valencianos me escriben para contarme alguno de sus planes, digo que si.
Acepto, incluso cuando de entrada me parece que va a resultar difícil de encajar
la propuesta en mi trabajo, porque es precisamente ese reto de salir fuera de
mi zona de confort, lo que hace interesante y apetecibles sus proposiciones. Así
me ocurrió con la invitación a participar en esta carpeta de dibujos. Me
preocupaba porque aunque Lynch me gusta mucho, mi nivel de fanatismo y
conocimiento de su obra está unos grados por debajo del de ellos. Pero
conocía el resultado de la anterior iniciativa (Walden),
y me gustaba tanto, que me sentí feliz y halagada de que me pidieran formar
parte de esta nueva.
Y la cosa tampoco
parecía tan complicada, Me pedían solamente 5 dibujos que se unirían a los de
10 artistas para integrar las 5 Carpetas de Diálogos
Lynch. Todo está en el libro, que
además suma 5 textos de los autores. Con la mayoría de ellos me une una
amistad de muchos años, y por eso para mí, mirar los 50 dibujos resultantes más
que una conversación con Lynch, es una feliz ocasión de tertulia con amigos y
colegas. Otra bonificación extra aparejada a este proyecto es que para realizarlo
tuve que llevar a cabo la placentera tarea de revisar algunas películas del
director americano que tenía bastante olvidadas.
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2 imágenes de las carpetas |
Los artistas participantes son Juan Cuellar, Paco de la Torre, Dis Berlín, Mª José Gallardo, Angel Mateo Charris, Jöel Mestre, Roberto Mollá, Jorge Tarazona y Teresa Tomás.
Incluyo en esta
entrada mis 5 imágenes más una extra, y el breve escrito que aporté al libro.
Espigando en el país de Lynch.
Hace unos meses haciendo zapping durante la sobremesa di con
un programa llamado American PIckers.
No habían transcurrido ni 10 minutos cuando ya estaba totalmente enganchada.
Se trata de un reality show protagonizado por Mike Wolfe y
Frank Frizt, dos joviales anticuarios (aunque ellos prefieren referirse a si
mismos como recolectores o cazatesoros). Juntos se dedican a rastrear la
America más profunda. Conducen su furgoneta por carreteras secundarias, mientras atraviesan paisajes del medio
Oeste, el Este o el Sur de los Estados Unidos. Van parando allí donde creen que
pueden hallar material interesante, rebuscando en desguaces, chatarrerías, garajes,
cobertizos, graneros, negocios ya cerrados o casa particulares. Con las pistas
que les proporciona su ayudante Danielle localizan a posibles vendedores de lo
que ellos denominan “oro oxidado”.
En esas búsquedas se van topando con toda clase de traperos,
chatarreros, acaparadores, coleccionistas ocasionales, etc. Siempre alucino al
ver a esa gente tan peculiar que habita entre auténticas montañas de lo que a primera vista parecen deshechos
y trastos viejos. Disfruto muchísimo viendo como Mike y Frank negocian y
regatean por artículos que mucha gente consideraría basura, y sin embargo de los
que a esas personas singulares que los acumulan les cuesta tanto desprenderse.
En más de un episodio he visto como fracasaban en el intento de lograr que un
anciano, con aspecto de indigente y que vive sepultado por montones de mugre y
herrumbre, les vendiera alguna de sus “preciadas” posesiones.
Mi dialogo con Lynch consistió en una expedición a su
ultramundo americano a semejanza de las que realizan los American Pickers. Al mirar las películas me veía a mi
misma recorriendo aquellos territorios a la búsqueda de cosas, cruzándome por el camino con todos esos personajes peculiares, tipos
estrafalarios y a menudo siniestros. Reconozco haber pasado algo de miedo en la
carretera, pero a cambio la recolección resultó magnífica. Aquellas tierras son
un filón para una cazatesoros como yo. Allí localicé: ceniceros (uno con forma
de piano y otro de alce), un bastón extensible con tres topes, una pinza de
alcanzar objetos, un palo de golf, una lámpara con diseño de tronco de árbol, una
radio decorada con una figura de caballo, varias tazas de café, mobiliario variado
de los 50, una chupa de piel de serpiente, una bata de terciopelo azul, botas
de cowboy, un zapato ortopédico, teléfonos de pared y de mesa, cortinas, telones, escenarios, micrófonos, moquetas
de estampados geométricos, porcelanas de animales, un juguete mecánico de una
sirena, una llave, y muchas otras piezas extraordinarias.
Una de esas piezas, un remolque casero bastante bien apañado,
me sirvió de contenedor para mi mercancía y también como refugio improvisado
durante la excursión. Gracias a él pude regresar trayendo conmigo todo el
precioso botín. Espero conservar estas joyas durante mucho tiempo.
Octubre 2016.
Teresa Moro
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“(MUEBLES
MOTEL) READY MADE D. LYNCH 1” 2015. 21 x 29,7 cm. Gouache /Papel acuarela
Fabriano 200 gr.
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“(CENICERO)
READY-MADE D. LYNCH 3” 2015. 21 x 29,7 cm. Gouache /Papel acuarela Arches 185
gr.
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“SILLÓN HOTEL Y ANDADOR NEW ORLEANS” 2015. 21 x 29,7 cm. Gouache /Papel
acuarela Arches 185 gr. |
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“SOFÁ Y PALO DE GOLF L.A.” 2015. 21 x 29,7
cm. Gouache /Papel acuarela Arches 185 gr.
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(LÁMPARA ÁRBOL) READY MADE D. LYNCH 4” 2015. 21 x 29,7 cm. Gouache /Papel
acuarela Fabriano 200 gr.
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(BOTAS) READY MADE D. LYNCH 2” 2015. 21 x 29,7 cm. Gouache /Papel
acuarela Fabriano 200 gr.
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